sábado, 27 de marzo de 2010

Estudio Iconográfico de la obra “San Isidro” del Museo de Arte Colonial del Estado Mérida.

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Título: San Isidro Labrador

Autor: Anónimo

Fecha: Siglo XVII

Lugar: Venezuela

Técnica: óleo sobre tela encolado a la madera

Medidas: Marco: Largo, 81 cm. Ancho 61.8 cm.

Contenido Primario o Natural

a) Contenido Fáctico:

En esta obra se presentan cuatro planos. En primer plano se ubica el personaje principal, dispuesto en el centro de la composición. Es un personaje masculino de mediana edad, que se muestra de pie, portando una capa azul marino, con camisa blanca, chaleco, pantalón y botas marrones. Arrima hacia sus brazos una pala. Por tanto constituye el eje axial y divisorio de la composición, está próximo al espectador y por otro lado, es la figura que posee mayores dimensiones en el cuadro.

Dando paso al segundo plano, se encuentra una estructura arquitectónica de colores blanco y amarillento, con detalles y líneas de color rojo, aparece asomada a la composición porque no se evidencia su estructura completa, en consecuencia aparece sugerida al mostrar solo el vano de ingreso principal, óculos y cuerpo de torre. La totalidad del cuerpo arquitectónico descansa en lo alto de una colina.

En un tercer registro, del lado inferior derecho del cuadro, se dispone un personaje alado, sin rasgos claros en la identificación de su sexo. El traje de éste personaje es blanco, una túnica larga ajustada en la cintura; posee facciones delicadas piel blanca y cabello castaño. Mientras, conduce a dos bueyes marrones con un yugo, sobre un arado o sembradío.

Al fondo de todos los registros ya descritos, en un cuarto plano se muestra un paisaje abierto e infinito, que sugiere vegetación e indica total lejanía. No muestra mayor detalle en cuanto a los elementos alusivos a la naturaleza, son sólo sugerencias visuales que indican un paisaje abierto. Se identifican colinas al fondo, árboles y un cielo azul poblado de nubes.

La luz, por su parte un notable papel en la obra. Se dirige con mayor énfasis al personaje principal, luz que proviene del lado izquierdo que ilumina parcialmente, aunque casi en su totalidad, el rostro de este hombre, así como sus manos. Se ilumina, aunque con menos intensidad, las demás partes y ropaje de este personaje. La luz de los demás planos del cuadro es una luz natural, que no enfoca ningún elemento preferencialmente, con excepción de los bueyes del tercer plano, que poseen una mancha de color blanco sobre su lomo, para indicar cierto brillo, aunque no proceda de ninguna dirección específica, lo cual es un manejo tosco o ingenuo del mismo. En general es un ambiente opaco, donde lo que interesa destacar es la presencia del personaje central.

En cuanto al manejo de la línea, en un primer plano, se maneja profusión en los contornos, al igual que en los elementos más resaltantes de los planos siguientes. El resto de los componentes del cuadro no posee contornos definidos sino sugerencias del paisaje por medio de la aplicación del color. En general, hay poco manejo del detalle y trazos rápidos.

Hay un tratamiento acusado de la profundidad, a pesar de no tener un punto de fuga, se puede demostrar esa preocupación, para indicar mayor lejanía los personajes y objetos se representan más pequeños.

En lo que concierne al manejo del color, se muestran tonalidades oscuras y opacas, muy saturadas, que oscilan entre pigmentos grisáceos, verdes, marrones y amarillentos. Mayormente colores alusivos a la naturaleza.

b) Contenido Expresivo:

El protagonista de la composición, el hombre del primer plano, se encuentra de pie, hierático, con las manos unidas a la altura del pecho, dirigiendo su mirada hacia el cielo o hacia un punto no presente en la composición pictórica. Su mirada es de gran carga expresiva, es apacible, relajada, confiada, serena, y por la dirección de la misma pareciera estar sumergida en un profundo estado de contemplación, un estado de comunicación espiritual con algún factor o potencia no expresado en la obra.

Su actitud pudiera indicar una oración. En el tercer plano, la presencia del personaje alado indica trabajo, en un arado o sembradío. Los demás componentes manifestados en la composición hacen presencia de la acción que ejecutan ambos personajes. No se indica movimiento en el personaje principal que aparece hierático, al igual que el personaje alado que no indica mayor carga expresiva de su cometido.

Aspectos Iconográficos

Según los elementos antes mencionados que actúan como componentes de la obra, todos poseen un carácter simbólico que aluden a la condición espiritual de este hombre identificado como SAN ISIDRO por la inscripción que hay de su nombre en el mismo cuadro. A pesar que en la composición no estuviese escrito el nombre de este santo hay los suficientes elementos que permiten identificarlo como tal. Dejando de lado por un momento su filiación e historia, mencionaremos los distintos factores presentes en la pintura para demostrar los atributos correspondientes a su iconografía que lo hacen reconocible, y luego develar parte de su historia para poder comprender su representación en Venezuela.

Este hombre de facciones delicadas, se asemeja más a un hombre europeo que venezolano. Suele representarse con el cabello largo, barba y bigote; piel blanca y de complexión saludable. Sus vestiduras son las propias de un caballero de la Castilla medieval, posee el traje de los antiguos labriegos chaqueta, pantalón corto, botas y capa. El atuendo de San Isidro durante su vida en Madrid, Carabanchel y Torrelaguna, fue el de los campesinos de la época, que describe Salazar Mendoza “Andaban los castellanos con las gramallas largas hasta en tierra, con sus antiparas y capirotecos y con la cogulla sobre la cabeza, e sin calza, e con barbas largas e salundándose ansi con orgullo, e paresciáles bien que era maravilla”. (Sebastián, 1986. p. 65) Se ennoblece la personalidad de San isidro a través del traje, que es diseñado con criterios estéticos más próximo a un burgués que a un campesino, cosa que permite dilucidar su carácter relevante e imponente dentro de esta obra.

Posee alrededor de la cabeza un nimbo, el cual es un círculo luminoso a modo de corona que los antiguos daban a sus deidades y que el cristianismo concede a los personajes sacros. Según Juan Eduardo Cirlot, “es una expresión visualizada de la sobrenaturalidad irradiante o más simplemente de la energía intelectual en su aspecto místico, para comprobarlo basta recordar la asimilación de casi todos los pueblos antiguos de la inteligencia y la luz” (Cirlot, 1991, p.325). Por este lado se indica que es una personalidad importante de la religión cristiana, que no es un humano común sino dotado de caracteres especiales.

El mayor atributo iconográfico, que nunca falta en una representación de San Isidro, es una pala de labraza u otra herramienta agrícola, que sostiene entre sus brazos puesto que este santo era un agricultor. Esta herramienta funciona como signo distintivo de su santidad e indica cual fue el papel que desempeñó en vida. En consecuencia es símbolo de la tierra, expresa el trabajo, el servicio, la paciencia y obediencia. Se le designa como atributo porque es la cualidad que se le adjudica para predicar su sentido de identidad, a pesar de ser inherente a este sujeto su presencia no es de modo accidental.

Una vez develado los rasgos definitorios de este santo sólo bajo las referencias de su cuerpo en la obra pictórica, los demás elementos presentes en los planos secundarios develan razones por las cuales este hombre se hizo santo.

En el plano secundario la presencia del ángel indica el mayor milagro por obra divina para con San Isidro. El hecho que el ángel sea representado quiere destacar aún más la filiación mística y espiritual que tiene este hombre y que está sucediendo en ese momento. El ángel siempre ha funcionado como uno de los espíritus invisibles que alaban a Dios en el cielo y que por su condición de mensajeros, de seres que fluctúan entre dos mundos, son los encargados de misiones cerca de los hombres por mandato divino. Este ángel que conduce los bueyes, que tal como lo relata la leyenda, ha venido a suplantar las labores agrícolas de San Isidro mientras éste se haya sumido en profunda oración.

Los bueyes están asociados con la contribución que hacen al bienestar humano la cual es siempre considerada, bien sea trabajando en los campos, tirando de las carretas, entre otras, es factor clave en el papel que juegan en el desenvolvimiento económico de muchos pueblos. Aún más su presencia subraya la condición y la tarea que tiene este hombre en el campo.

La Iglesia del fondo destaca un detalle particular, puesto que no se asocia a ningún estilo artístico de Europa, por su formología, sobriedad, sencillez, color apunta a la arquitectura colonial realizada en Venezuela. Indica de este modo que la existencia de la obra es venezolana, y que este artista anónimo hace una reinterpretación de la leyenda de San Isidro de acuerdo a lo que ha observado en su entorno y mientras, remarca la condición cristiana de éste personaje, indicando al fiel que el culto a este hombre está contemplado por la Iglesia que lo promulgó como santidad.

El paisaje en el cual se desarrolla la acción destaca un día propicio para las labores del campo, por la verdosidad del ambiente apunta a una zona fértil apta para el cultivo. Todo paisaje representado de acuerdo a como lo establece Cirlot funciona

Partiendo de un punto de vista deductivo el paisaje, todo paisaje, puede ser concebido como la mundificación de un complejo dinámico originariamente inespacial. Fuerzas internas liberadas se despliegan en formas que revelan por sí mismas el orden cualitativo y cuantitativo de las tensiones. Los paisajes son simbólicos en la medida que surgen para explicar momentos en que influencias distintas se superponen en grado variable. (Cirlot, 1991.p. 654)

No se sabe con certeza si el paisaje representado corresponde a la geografía venezolana, o si es copia de paisajes europeos como solía hacerse en la pintura de la colonia. Esto no se sabrá con seguridad, ya que dicho tópico requiere de una investigación más exhaustiva, que escapa a nuestro propósito, pero se puede dar una suposición de que corresponde a algún sector de las zonas agrícolas de Venezuela como es Occidente y los Andes, aún así está complicado descifrarlo porque estas regiones comparten similitud con los paisajes europeos. En tal caso es claro que la obra es resultado de un sincretismo cultural, dado por el influjo de temáticas procedentes de Europa bajo un nueva contextualización.

A todas estas, para comprender todos los elementos que interactúan en la obra y su razón de ser, sólo se puede entender teniendo conocimiento de lo que significa San Isidro históricamente. San isidro es un santo legendario español que habría nacido en Castilla hacia 1170 y muerto en 1130 en Madrid. Su vida y milagros fueron relatados a finales del siglo XIII por Juan Diácono. Procedía de una humilde familia, se dedicó a las labores del campo y su vida fue modelo de oración. Al fallecer sus padres pasó al servicio como jornalero, del caballero Vera, y repartía sus horas entre el trabajo y la oración, que practicaba en las distintas iglesias de Madrid, cuando esta ciudad no era por entonces ni siquiera un pueblo grande reinando en Castilla Alfonso VI. Pasó luego a Torrelaguna, huyendo como muchos cristianos de los almorávides, y allí visitaba muchos otros cristianos.

Se casó con María, una joven natural de Uceda, venerada actualmente también como santa con el nombre de Santa María de la Cabeza. La vida de piedad que llevaron los dos esposos fue bendecida por Dios con innumerables prodigios como la salvación milagrosa de su hijo único que había caído en un pozo profundo, y el paso a pie enjuto de las aguas del Jarama, con que Dios premió a María su pureza y desvaneció las sospechas y celos que el espíritu malo y algunos hombres perversos habían suscitado en el corazón de su esposo.

Hacia 119 volvió San Isidro a Madrid, al servicio de Juan Vargas, y habitó primero junto a la Iglesia de San Andrés y luego en una alquería cercana. Su inagotable caridad para con los pobres se hacía extensiva también a los pájaros del campo, a los cuales atendía solícito en los rigores del invierno. Dios premiaba la caridad y devoción de su siervo y le ayudaba especialmente en las faenas del campo, haciéndole recobrar el tiempo que pasaba en la oración.

Cuentáse que una vez quiso cerciorarse su amo si era verdad, como le habían dicho las personas malévolas, que Isidro empleaba el tiempo del trabajo en sus oraciones, y que con ello perjudicaba a sus cosechas, y al acercarse al campo vio desde lejos que dos ángeles le ayudaban en su labor. (Enciclopedia de la Religión Católica.1953.p. 608-609)

Loui Reau, en su Diccionario iconográfico de los Santos, narra los demás milagros de Dios para con San Isidro

Hizo brotar una fuente con su laya. Condujo al molino un cargamento de granos que llegó completo, aunque durante el camino hubiera alimentado a las palomas hambrientas. Dio a un pobre la sopa que cocía para sí en el fuego y la olla se llenó de nuevo milagrosamente. Salvó a un niño que se había ahogado. (Reau, 1998.p.230)

Isidro y María se pusieron un día de acuerdo para separarse y llevar cada uno por su lado una vida más consagrada a Dios. La separación duró hasta la última enfermedad de San isidro, el cual fue asistido por su esposa que corrió a su lado.

El cuerpo de San Isidro se ha mantenido incorrupto a lo largo de los años, estuvo sepultado por cuarenta años en el cementerio de San Andrés, de Madrid, y más tarde fue traslado a la iglesia del mismo santo.

Según Reau (1998) “Beatificado cuatro siglos después de su muerte en 1618, Isidro Labrador fue canonizado en 1622 por el papa Urbano VIII, en la misma promoción que San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y Santa Teresa de Jesús.” (p.231). Su fiesta es el 15 de mayo en todos los lugares donde se le rinde tributo.

En general, esta obra representa el momento cumbre de la vida de San Isidro junto con el máximo favor que le hace Dios. Mientras é se haya sumido en oración, paralelamente le es enviado un ángel para que cubra sus quehaceres en el campo y evitar el regaño de su amo quien presenció tal hecho. Con este evento este hombre pasa a la posteridad dentro de la doctrina católica.

Su culto es ampliamente divulgado por muchos pueblos debido a su profesión de labrador, se le considera patrono de los labradores y es venerado con procesiones en las que se bendicen los campos.

Así, San isidro patrono de las buenas cosechas, se le rinde culto en numerosas poblaciones de Los Andes Venezolanos. El día 15, onomástico del Santo, se asiste a una misa en su honor y luego se recorre las calles y avenidas, la multitud se congrega para el rito tradicional de la “Quema”, una enorme fogata acompañada de cohetes y fuegos artificiales en una clara adoración al fuego en el cual los danzantes realizan figuras saltando por encima de las llamas. Cabe decir que este rito festivo proviene de la época colonial posiblemente desde la data del cuadro el siglo XVII.

Bibliografía

1.- Boulton, A. (1975). Historia de la pintura en Venezuela, Época colonial. Caracas: Armitano

2.- Bross, O. (1986). Diccionario del cristianismo. Barcelona: Herder

3.- Cabral, I. (1995). Los símbolos cristianos. México: Trillas

4.- Cirlot, J. (1991). Diccionario de símbolos. Barcelona: Labor

5.- Duarte, C. (1978). Los maestros fundidores del periodo colonial en Venezuela. Caracas: Monte Ávila Editores

6.- Enciclopedia de la Religión Católica. Tomo IV. (1953). Barcelona: Dalman y Jovier.

8.- Reau, L. (2000) iconografía del arte cristiano. Introducción general. Barcelona: Serbal

9.- Reau, L. (1996). Iconografía de la Biblia. Barcelona: Serbal

10.- Reau, L. (1998). Iconografía de los santos de la a-g. Barcelona: Serbal

11.- Revilla, F. (1995). Diccionario de iconografía y simbología. Madrid: Cátedra.

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