domingo, 28 de marzo de 2010

Orígenes del Concepto Kantiano de Desinterés Estético

Orígenes del concepto Kantiano de desinterés estético.

Br: Génesis Echeverría Villafañe

Mérida, Febrero del 2008

Introducción

Desde la antigüedad los filósofos, como Platón y Aristóteles han intentado indagar en el problema de lo bello, descubrir sus causas, efectos, circunstancias en que se desarrolla, en fin todo lo que pueda conducir a una explicación lógica acerca de la belleza. Platón por su parte, no logra demostrar una definición de la belleza, intenta fundarla en los dominios de la razón y por tanto existen contradicciones de sus propuestas. No distingue entre moral y belleza, porque para el es una unidad, lo que posteriormente si llegara a ser definido con precisión en Kant. Aristóteles a pesar de ser un teórico, meramente racionalista, Si advierte la autonomía del arte y de la belleza que de igual manera se establecerá posteriormente en la estética kantiana.

A lo largo de la historia se ha analizado la relación del arte y la belleza, porque ambos dominios, no se fundamentan en conceptos ni es posible comprenderlos lógicamente, provienen de la naturaleza y de la subjetividad del hombre. Muchos filósofos han estado cerca de descubrir el problema estético, pero su afán de teorizar e incluir en el plano de las ciencias al arte y la belleza, les ha impedido lograrlo.

Los predecesores de Kant a saber: Leibniz, Mendelssohn, Baumgarten, Sulzer, entre otros, han admitido la importancia de la sensación y los sentimientos en lo que se refiere a la experiencia estética, y como pasa casi siempre en la filosofía occidental, se han aportado o interpretado con diferentes matices, los postulados platónicos y aristotélicos.

Con todo, Kant en su vida tendrá gran parte del terreno abonado para dar fin a la problemática de la belleza, dando conclusión a la inquietud sobre cómo es posible en el ser humano. Establece una dirección original del conocimiento, donde sitúa a la belleza, el arte y la estética, donde ya no se le añaden cargas morales, religiosas o científicas. Su logro radica, en que no pretende dar una contestación teórica a las preguntas apremiantes que hace la razón, realza el espíritu como producto del saber, querer y gozar humanos, premiando y aceptando por fin, la subjetividad humana.

Como explicación de la belleza, y del arte del genio, el concepto de desinterés estético, será el resumen de la larga tradición estética hasta el momento. El desinterés es la condición primordial para la experiencia estética, inherente a todo ser humano y que no solo proviene de la contemplación de las obras de arte, sino de la naturaleza. Desinterés, no porque no llame la atención el objeto, sino que es un estadio de una pureza tal que no le concierne buscar una explicación lógica, sino que se sumerge en el placer.

Capitulo I:

Orígenes y antecedentes del concepto de desinterés estético en la Filosofía Griega

Los filósofos anteriores a Kant han abordado el problema de lo bello y han indagado en lo que consiste la experiencia estética. Ellos sentaron las bases de la estética, que Kant recopila e interpreta y les da una solución definitiva, acerca de la explicación del gusto y su relación con lo bello. La Filosofía occidental podría decirse que se basa, aunque con nuevas observaciones y añadiduras, en la filosofía griega, específicamente Platón y Aristóteles.

1.1.- Platón:

Para los griegos no existía algo a lo que llamaran propiamente Arte, lo que existía en cambio era el término de póiesis (creación), en el cual correspondería con lo que actualmente entendemos por creación artística. La definición de belleza, por su parte, implicaba una vinculación muy estrecha con la ética: donde lo bello y lo bueno van de la mano. Pues lo bello, se relacionaba con los dioses y siendo la belleza divina, la póiesis como creación humana, no podía ser bella.

Partiendo de la concepción de su tiempo, Platón comienza a analizar aquello a lo que todos llamaban Bello. En sus múltiples diálogos, entiende la belleza en tres dimensiones que comprende los valores morales, estéticos y de conocimiento. Los griegos de la antigüedad concebían por belleza los objetos sociales, materiales, la virtud, la verdad, entre otros, si se dirigían a aquello que causaba aprobación o admiración.

El su dialogo de Banquete, coloca en boca de Sócrates un discurso que una mujer llamada Diotima le dice, donde le revela los misterios del amor. Platón establece en este discurso el método y la vía para alcanzar la belleza en sí, y el amor es por tanto ascenso a la belleza, siendo este elaborado con base en el método, que va de lo sensible a lo trascendente. Entiéndase método en este momento como el procedimiento para llegar a un determinado objetivo.

Su esquema parte con la belleza hacia un cuerpo bello, cuando el hombre se encuentra poseído por Eros; después descubre la belleza en otros cuerpos bellos, por cual trasciende esa belleza y ahora se valora las almas, y de ahí el paso siguiente es la contemplación de las normas de conducta, posteriormente se conducirá a la belleza de las ciencias y de ahí con el adverbio “de repente”, se dará paso a la belleza en sí. Hay un salto en esta vía de acceso a la belleza inexplicable, que omite, que contradice su propuesta, puesto que si ha establecido con una serie de pasos, el camino para alcanzar la belleza en sí misma, todo el recorrido se desvanece si hay que esperar que “de repente” se logre contemplar la belleza en sí misma.

Es menester dirigirse hacia los cuerpos bellos, enamorarse primero de un solo cuerpo y engendrar en él bellos discursos; (…) hacerse enamorado de todos los cuerpos bellos. Después de eso tener por más valiosa la belleza de las almas que la de los cuerpos, (…) contemplar la belleza que hay en las normas de conducta y las leyes. Después de las normas de conducta es menester que el iniciador conduzca a las ciencias. En efecto, el que hasta aquí ha sido educado en las cuestiones amorosas y ha contemplado en este orden y en debida forma las cosas bellas, acercándose ya al grado supremo de iniciación en el amor, adquirirá de repente la visión de algo que por naturaleza es admirablemente bello (…)[1]

Es un error de Platón, colocar en la esfera de lo lógico y conceptual, algo que por naturaleza no pertenece a conceptos, dado que procurar una definición no sería exacto, ni seria aplicable para todos los casos; si la belleza es un carácter añadido a las cosas y por tanto depende de juicios subjetivos, no lograría englobar en una misma definición todos los ejemplos donde es posible apreciar la belleza u otorgarla, siendo en efecto una definición errónea.

Otro ejemplo claro en Platón, de cómo logra incluir en el margen de lo conceptual a la belleza, se encuentra en la definición que trata de elaborar que no define precisamente lo que es la belleza.

(…) existe siempre, no nace ni muere, no crece ni decrece, que en segundo lugar no es bello por un lado y feo por el otro, ni tampoco unas veces bello y otras no, ni bello en un respecto y feo en el otro, ni aquí bello y allí feo, de tal modo que sea para unos bello y para otros feo (…) [2]

Pero para Platón la belleza es una propiedad objetiva, lo cual trata de definir mediante conceptos, quiere transponer en el ámbito de lo conceptual, algo que por su naturaleza no puede inscribirse en él. Según él, siendo la belleza una propiedad objetiva, no debe entenderse mediante los sentidos, sino mediante la razón. La razón, permite distinguir las cosas bellas de las que no lo son, porque es un error enjuiciar la belleza que producen las obras artísticas por el placer que producen y no por la verdad contenida en ellas.

Su concepto de la belleza se halla definido por la idea, ya que bello es la idea suprema de lo bello, que pertenece al mundo de las ideas, y las cosas bellas de este mundo hacen referencia al ideal de belleza, mas no son la belleza en sí misma, pero funcionan como vínculo para llegar al conocimiento de la belleza. Como Idea se halla en relación con la verdad, pero como arte la belleza es imitación, puesto que es imitación de la apariencia de las cosas que remite a la idea de belleza pero no lo es en sí misma. Se encuentra la belleza determinada en Platón, por el aspecto de las cosas, siendo estipulada por el orden, la medida, la proporción, nociones provenientes del pitagorismo. En el orden jerárquico el mundo de las ideas platónicas, la idea de belleza ocupa el primer lugar, entendida como bien-belleza. Todas las cosas del mundo son un reflejo, del mundo de las ideas, ya que en éste se encuentra la perfección. El arte imita a la naturaleza a través de la representación y reproducción, ajustada a las proporciones de la naturaleza, con base en una técnica (teckné) para su ejecución.

La actitud de Platón en lo que se refiere al arte es un tanto negativa. Intuye el poder subversivo y convencedor del arte, debido a sabe pero no admite su poder. Plantea que mediante la razón es que debe establecerse el sistema de la sociedad, por tanto el arte es un mal ejemplo que conduce al placer mas no al raciocinio. Censura a las artes pláticas por su labor deformadora mientras que poesía y música por su labor moralizadora. Sostiene que el arte es inútil en el aspecto moral cognoscitivo.

De esta manera, se explica de manera muy sencilla, las posturas de Platón con respecto al arte y a la belleza, conceptos fundamentales en la estética moderna. Platón es el primer filósofo occidental que reflexiona sobre estas cuestiones y trata de abordar dichas interrogantes mediante el orden y el método, es de notar que no resuelve este problema, a pesar de su cercanía, porque sus esfuerzos se dirigieron a fundamentar la ciencia y la república, en todo cuanto es explicable mediante conceptos. Sin embargo hay que acotar que los aportes de Platón son de apreciable valor para la fundamentación de la estética, tenía una incalculable comprensión de los fenómenos artísticos y estuvo muy próximo a desentrañar la condición primordial del fenómeno estético, frenado su desarrollo por el predominio de la razón.

Con todo y esto, a modo de ver personal, da la impresión que Platón induce a pensar la posibilidad de aceptar las propiedades intangibles del arte en su contemplación, cosa que no acepta en sus textos, por temor al desmoronamiento de su sistema de la sociedad.

La importancia de Platón en la estética kantiana, radica en que sienta las bases para el desarrollo y solución del fenómeno estético y artístico, donde Kant tendrá el terreno abonado para la solución de dicho problema. Es bastante evidente, a pesar de lo contradictorio, de la contraposición que se establece de las posturas platónicas, con todo que son la base para el conocimiento y reflexión del arte; que hace Kant para descubrir y dar una conclusión a la problemática del gusto y su relación con la belleza.

1.2.- Aristóteles:

Aristóteles también sostiene algunas reflexiones sobre la belleza y el arte. En su libro Poética es donde plasma sus observaciones. Los postulados de Aristóteles se hallan fuertemente influenciados por Platón, aunque se opone radicalmente. Se ubica en contra de la concepción platónica del arte como copia de una copia, a pesar que está de acuerdo en que el arte es imitación, coloca la mimesis desde un matiz opuesto; siendo la imitación o mimesis una actividad, que no sólo reproduce la apariencia sensible de la naturaleza y de las cosas, sino que interviene en ella tanto la imaginación como la creación; la imitación, por tanto, no convierte al artista en copista sino en creador.

El conocimiento para Aristóteles proviene de los sentidos y el arte es un estadio en la escala del conocimiento que proviene como todo conocimiento de la sensación, que permanece en la memoria y luego es experiencia. Siendo así, el arte surge de la experiencia, pero no se queda allí sino que esta más cerca de la ciencia, ya que el arte en Aristóteles es imitación a través de la teckné (técnica), y puede ser enseñado a partir de la misma. No se puede asociar el arte dentro de la ciencia, puesto que la primera aplica técnicas y la otra se ocupa del saber. Por ello en Grecia se hablaba de arte del carpintero, del medico, del músico, porque todos hacen uso de la técnica. Se ubica en los niveles de conocimiento el arte antes de la ciencia, de acuerdo a su utilidad, distingue por esta razón las artes útiles, las “que modifican las cosas para conseguir un provecho o para satisfacer una necesidad material”, las artes inútiles, es decir, las bellas artes que se distinguen “(…) que al modificar los objetos, pretenden procurar placer estético y llenar exigencias espirituales”. Las ciencias se encuentran por consiguiente superiores al arte, por ser más inútiles “en cuanto no buscan satisfacer necesidades materiales, sino el saber por el saber mismo”. [3]De acuerdo, con lo citado, el arte útil, modifica la naturaleza para beneficio del hombre, las inútiles o bellas artes, las que se dirigen al placer en la contemplación y las ciencias como saber teórico hipotético. Por tanto, un conocimiento es mayor en la medida en que se encuentre mas alejado del mundo, y la ciencia no aplica técnicas ni domina materias para ser conocimiento, sino es la objetivización de lo universal y lo no modificable. Se distingue el arte de la ciencia, en que la primera no tiene finalidad, y la ciencia aspira el conocimiento de lo universal; se asocian en la medida que el arte hace aplicación de la ciencia para transformar la materia, esto es la técnica que se basa en el conocimiento.

Aristóteles separa el arte de la moral, cosa que en Platón era visto como una unidad indisoluble, reflejo del mundo de las ideas que no pertenece al mundo sensitivo; mientras Aristóteles rechaza la teoría del mundo de las ideas, ya el arte no es copia de las ideas ni de lo intangible, sino del mundo, lo observado y percibido mediante los sentidos. Aunque Aristóteles, acepta el arte como imitación, percibe que a pesar de ello no llega nunca a ser imitación fiel del mundo, sino que comporta caracteres creativos e imaginativos, no pertenecientes al mundo, y se da cuenta que el arte manifiesta, un mundo propio. De ello se deduce que el arte se encuentra en una vía propia del conocimiento, que a pesar que clasifica ordena y distribuye las artes, propone métodos para en el caso de la Poética hacer tragedias en su esfuerzo por encontrar las leyes de la poesía, donde a pesar de sus normativas reconoce aspectos que no puede conceptuar, precisamente porque no pertenecen al mundo lógico, y no es posible definirlos dentro de un marco objetivo.

Colocando por ejemplo el caso de la poesía, pero en realidad funciona para todas las artes, no se pueden anticipar lo que será su creación mediante pasos ordenados y sistemáticos, puestos que las condiciones y características de la obra son dadas por ella misma. Pues es cierto, que se pueden establecer características generales y pasos que definirán aproximadamente el proceso de ejecución de una obra artística, pero no son exactos ni son la causa de la cual depende la obra, que va dando sus giros compositivos y creativos de por sí.

Se ha expuesto de manera resumida la postura de Aristóteles en cuanto al arte y su justificación. A pesar de ello Aristóteles introduce un giro en la concepción de la imitación. Todas las artes son imitación del mundo, ahora la pregunta es ¿Qué pretenden con la imitación? ¿Acercase al mundo o alejarse de el? Si el arte fuese estrictamente imitación no sería arte, si ésta no permite que se integren caracteres creativos que hagan de la obra una unidad que tenga significado y distinción por sí misma. La música en Aristóteles es la más imitativa de las artes, ya que es la más expresiva y refleja en consecuencia lo que el artista sintió. De acuerdo con lo dicho, si nos situamos en el marco de la imitación ¿Qué imita la música? Aparentemente nada, y sin embargo es la más alta de las artes según Aristóteles. Esto significa en contraposición, que al arte no es imitación del mundo, se da por creación, y en el caso de la música podría expresar los sentimientos. Esto demuestra en consecuencia, la independencia del arte frente al mundo, que si bien toma rasgos de la naturaleza para efectuarse, no imita la realidad en sí, porque crea un mundo autónomo; aparte no es condición del arte que la imitación del mundo sea exacta, fiel, porque como se ha enunciado varias veces, el arte acepta cualquier tipo de representaciones y creaciones.

Lo que se quiere destacar en este capítulo, de acuerdo con lo ya mencionado es la autonomía del arte, que es lo que Aristóteles esboza, porque se da cuenta que a pesar de sus criterios teóricos, el arte escapa de este margen conceptual, que el arte tiene sus propios criterios que no vienen dados por métodos sino que son exigencias de la obra misma.

El arte es individual en la medida en que se presente a cada persona, por el mismo hecho de ser individual y concerniente a todos los hombres es universal. Por tanto, el hecho que nos interesa en esta monografía, es la experiencia estética y de allí su posible desinterés. Aristóteles admite en cuanto al espectador, el placer que puede producir la obra, y que dicho placer no se dirige a calmar necesidades, sino que se disfrutan por sí mismos, y en cuanto al artista, hay un orden exterior a él que define su obra.

El resultado es: a pesar de las objetivizaciones en lo que se refiere a la compresión del arte y la belleza, surge el intento de explicar estos hechos dentro del ámbito objetivo y racional, dando en efecto contradicciones; estas contradicciones y vacíos definitorios, es lo que deja el terreno abonado para concluir que el arte y sus consecuencias pertenecen a una esfera del conocimiento que no es posible ni debe objetivizarse, parte de la tesis de Kant.

Es claro, que Platón estuvo muy próximo a este descubrimiento pero su sistema de pensamiento no lo dejó al igual que Aristóteles, no era de interés - y quizá sea esta la razón principal- admitir la independencia sistemática del arte y bien no era posible dentro de su modelo de organización del mundo. Sus textos demuestran la autonomía del arte, con arreglos no conclusivos, pero son ellos quienes no aceptan la independencia del arte.

Capitulo 2: Precedentes de Kant, influencias.

Este en un momento de la estética, que no está claramente delimitado; el siglo XVIII se encargaría de separar la estética de la moral, y la tarea que emprendería Kant sería justamente la de disociar estas dos ramas filosóficas.

2.1.- Leibniz: Su concepción del universo está dominada, como en Platón, desde un punto de vista estético, y edificó todo su sistema sobre la definición de lo bello. Sus ideas acerca de la belleza, la contemplación y el goce están expuestas en La Béatitude y en la Monadología. La Béatitude , trata de lo religioso y moral. Define el placer en una forma enteramente intelectual: “es el sentimiento de la perfección que se percibe ya sea fuera de nosotros, ya en nosotros mismos”. Implica el conocimiento de lo perfecto, y, por tanto, una labor intelectual previa y cognoscitiva. Esta concepción destruye inmediatamente la tentación de convertir el dominio estético en un campo original e independiente. Según Leibniz, el placer es la fase sentimental de un trabajo intelectual, y es secundario, mientras que la perfección es un fenómeno primario.

Para Leibniz, el amor, la belleza, el orden y la perfección se hallan estrechamente unidos, y cuando esta unidad representa goce y dinamismo, se da la beatitude , el cual es un estado pasivo que penetra en el sujeto, y a la vez tiene que manifestarse un elemento activo , un dinamismo; con esto, el goce se transforma en impulso y afán. Dicho impulso producto de la belleza, se dirige al bien para generar la virtud. Con ello, aun se mantiene en las posturas platónicas, de asociar la belleza con la moral, sin resolver la problemática que ha estado presente siempre, debido a que intenta de nuevo incluir en el marco intelectual al placer. Esto se explica porque para él los sentidos son inferiores y el espíritu superior.

En lo que se refiere a la creación artística, hay una aceptación de la autonomía de la obra, y no intenta sistematizar los procesos artísticos, dicho esto:

Todo objeto creado crea su propia forma y es la raíz de la orientación que tome su desarrollo mecánico. La forma es siempre un límite, un objeto: y el objeto es la realización formal de las fuerzas profundas que fermentan en él. Así pues, toda sustancia se crea a sí misma en tanto que forma; la forma es, así sobreañadida. [4]

Esta tesis, se aplica a la creación artística, la forma impera sobre la materia, el contenido y el acto creador, esta concepción de la sustancia auto formadora, evoca una estética. Cierto que la actitud estética leibniziana es intelectual y lógica y representa la visión confusa de la perfección, pero no obstante ello no nos enfrentamos a un a antinomia, porque se puede parar de un dominio al otro. La estética de Leibniz es intelectualista, ya que la perfección implica un conocimiento. Por tanto Kant es el primero en afirmar que el dominio estético no se basa en el conocimiento sino en el sentimiento.

2.2.- Köning y Goottsched (1700-1766): Como antecedente en la estética de Kant, Köning ha examinado el problema del gusto, tomando como base la tradición aristotélica de que el conocimiento parte de las sensaciones; “es una sensación producida, en el sentido común, por las impresiones que reciben nuestros sentidos”.[5] Distingue dos clases de juicios, el juicio inmediato de la sensación y el juicio mediato intelectual del gusto, que descansa en la conciencia de las razones que lo hacen juzgar. Köning se encuentra muy próximo a Kant al decir que el juicio estético, juzga por atracción o por repulsión, pero este juicio se apoya en el alma que es la que juzga.

Goottsched, también apoyado en las teorías aristotélicas, explica el placer que es causado por la imitación de la realidad mediante una comparación que establece el espectador entre la naturaleza y la imitación. Propone que la facultad de juzgar obras estéticas es un juicio lógico como el juicio acerca de cualquier otra obra, debe preferirse el juicio que esté de acuerdo con reglas del arte y con las afirmaciones de los maestros. Ello demuestra por un lado, el predominio de la teoría intelectualista para el momento, y la no admisión de la libertad de la experiencia estética. En lo que se refiere a la obra de arte, la técnica de cualquiera puede aprenderse y comprende algunas leyes inexcusables. Se repite las mismas características del arte que escapan de la lógica.

2.3.- Baumgarten (1714-1762): Establece una ciencia de la sensibilidad que flota entre el arte y la ciencia misma, y le da el nombre de Estética, a la nueva disciplina, cuyo objetivo es establecer que es la belleza. Es el primero que elabora un dogma de la belleza, separándola a su vez de las ramas de la filosofía. Recoge en una unidad toda una denominación, y le da un lugar propio en el cuadro de las ciencias. Determina una cierta dirección original del espíritu. Considera que la estética es la “ciencia del conocimiento sensible o gnoseología inferior”. En ella no menciona al sentimiento, pero habla del conocimiento sensible. Cree que existen unas leyes que determinan el dominio estético y la belleza del conocimiento es universal y este conocimiento sensible puede ser universalmente compartido, asimismo en Kant.

Baumgarten reduce toda la actividad artística a otro campo, el de la sensación y el sentimiento, pero no ve clara su relación con la conciencia, El mérito de Baumgarten sin embargo es, el haber traído a una unidad denominativa las reflexiones estéticas hasta el momento.

2.4.- Sulzer (1720-1779): Distingue tres manifestaciones del placer: el sensible, el moral y el intelectual; en este último es donde sitúa lo bello. Según, los objetos hermosos gustan inmediatamente al entendimiento y a la imaginación, con lo cual es requisito que guste inmediatamente, es decir a través del sentimiento y la sensación, con lo cual resulta contradictorio y parece atribuir el proceso estético al sentimiento, puesto que ya el entendimiento implica un trabajo intelectual que no es inmediato.

Sostiene que lo bello carece de existencia en sí, pero constituye el esplendor de lo verdadero, con lo que volvemos a la teoría platónica y pretendía que la estética mostrara cómo los sentimientos agradables o desagradables provenían del alma.

Incluye el gusto para separar el conocimiento y la estética. El gusto es “la facultad de sentir lo bello, así como la razón es la facultad de conocer lo verdadero, lo perfecto y el sentimiento moral”. Lo bello es “todo objeto que se presenta sin atención a otra cualidad y de una manera agradable a nuestra imaginación, es decir que guste aun si se desconoce para que puede servir”.[6] Por tanto es agradable a la imaginación y no al entendimiento.

Diferencia al igual que Kant, lo bello de lo útil, lo bello gustan antes de saber si son útiles o no, los objetos útiles presuponen un conocimiento de finalidad en el individuo. Finalmente sitúa lo bello en un campo intermedio entre los dominios de lo sensible, de lo intelectual y lo moral.

2.5 Mendelssohn (1729-1786): Para Mendelssohn, el placer actúa muy débilmente sobre el alma si no va acompañado de movimientos, de los cuales depende la emoción. Tiene conciencia que no puede producirse un proceso estético sin que sus raíces sean atractivas, y este ámbito debe permanecer oculto, de lo contrario se abandonaría el dominio estético para caer en el del conocimiento y lógica.

Es el primero en intuir que el proceso estético no se limita a uno solo: distingue en él diversos momentos: primero una fase intelectual, luego el sentimiento, y posteriormente el pensamiento que exige un trabajo intelectual de las partes y de sus nexos; para finalizar el goce, el movimiento y el sentimiento. Hace dos distinciones del sentimiento, el primero sensación, el segundo sentimiento intelectual.

Relaciona belleza y perfección, la belleza no es la perfección sino es esta la que se funda en la belleza, las diferencia en que la belleza puede ser imitada por el arte; pero la perfección es superior al arte y pertenece al plan creador y a la teología.

Mendelssohn percibió los tres elementos de la estética: lógico, metafísico y físico. Intuye que el sentimiento estético se inicia por una cosa sensible y que no se reduce a lo inteligible.

2.6.- Winckelmann (1717-1768): Con el concepto del ideal, afirma definitivamente el poder creador y original del arte, y hace imposible en adelante, toda confusión metódica con la ciencia y la naturaleza. Su gran idea es la excelencia del arte griego, o más bien del arte antiguo, en todas las artes, y la consiguiente necesidad de imitarlo. Sostiene que la belleza se encuentra en Grecia por doquiera y que el artista no tiene más que imitar.

Para él, el arte tiene un cierto aspecto orgánico; según ya lo había dicho Aristóteles, y dice que puede ser estudiado como si fuera un ser vivo. Como padre de la Historia del Arte, se debe enseñar el origen y el crecimiento y las modificaciones de las artes según los diferentes estilos de los pueblos, según las épocas y los artistas, y mostrar esa evolución mediante las obras que han subsistido del arte antiguo. El arte es orgánico, puesto que nace, envejece y muere. Todo arte comienza por lo útil luego tiende a lo bello, lo rebasa y se dirige a lo superfluo, al exceso, a la superabundancia.

La novedad de Winckelmann, que tanta influencia ejercería en la estética alemana, consiste justamente, en que en el reino del arte, su fundamento es la belleza. No ofrece una definición propia de la belleza, ya que la dificultad para definir la belleza radica en que no es una sola ni es inmutable; varia de pueblo a pueblo, de individuo a individuo. Señala la individualidad de la belleza, que por ser individual se hace universal.

Capítulo 3: Desinterés estético en Kant

Kant establece la autonomía del arte, separándolo del conocimiento y de la moral, siendo a partir de ahora una dirección original de la conciencia. Funda la estética en una dirección independiente en contra a lo que había sido establecido en la historia: colocar al arte dentro del conocimiento y la moral. Para él hay un modo de la conciencia que le sirve de base al arte y es el Sentimiento el que juzga.

Kant para definir y explicar los motivos que determinan el gusto teniendo en consideración su relación con la belleza, establece un juicio estético en lo que se refiere a decidir si algo es bello o no. Para ello, cuando se ve un objeto (obras de arte, naturaleza, cosas), no son concebidos en nosotros mediante el entendimiento, sino por el sentimiento de placer o dolor que nos produce. En el juicio no está en un primer momento el conocimiento como factor determinante, lo es el factor estético, causado por la base subjetiva que comporta en nosotros, dado por una relación inmediata. El gusto permite juzgar la estética.

Este juicio surge a partir de una experiencia estética, que se da por el encuentro espontáneo que tiene todo ser humano con la belleza, movido porque el sentir estético, es un sentir abierto a la naturaleza y al arte. Este encuentro no asimila, integra o almacena la belleza que proporciona la naturaleza o el arte, sino que permite participar libremente en el mundo natural y artístico. Son múltiples las experiencias estéticas en la vida cotidiana, dadas por la contemplación del mundo y de los hechos, y a pesar que se juzgue intelectualmente la calidad de lo visto, no ha sido sólo el intelecto el destinatario de esos objetos, sino todo el ser ha quedado afectado por ellos.

El juicio de gusto, por tanto, no pretende ni puede ser lógico. La relación que se establece entre la representación y el sujeto (el cual Kant lo relaciona directamente con el sentimiento), viene dada por el sentimiento de placer o dolor que produce en el mismo, y de esta forma el individuo determina su gusto, de acuerdo al sentimiento que le produjo y por el modo en que quedó afectado. La facultad de juzgar, viene dada por el espíritu el cual tiene conciencia de su estado. Así dice Kant “El gusto en lo bello es la única acción desinteresada y libre, pues no hay interés alguno ni el de los sentidos ni el de razón que arranque el aplauso”. [7]

De acuerdo con lo dicho, el interés de la representación estética, es la satisfacción en la misma, y que esta satisfacción pretende y anhela desear. Según, cuando se mezcla el interés con la belleza no sería un juicio de puro gusto, porque un juicio de puro gusto es desinteresado, aunque satisfactorio, ya que se refiere al efecto que la representación haga en el interior del individuo y no al prestar atención a las normas o propiedades del objeto.

Niega la posibilidad de lograr una definición concluyente de la belleza, y la disocia del concepto de perfección que sostenía Leibniz. La posibilidad de encontrar bello algo radica en un juicio estético subjetivo, y las posibilidades del placer se ubican de acuerdo a los niveles del placer: agradable, lo bueno y lo bello. Kant divide el interés resultante del encuentro con los objetos estéticos, de este modo:

Sitúa en lo Agradable: Aquello que place a los sentidos en la sensación.[8] En este punto es preciso diferenciar los conceptos de sensación y satisfacción. Sensación es la representación objetiva de los sentidos, mientras que el sentimiento, es a lo que siempre tiene que permanecer subjetivo y no pude de ninguna manera constituir una representación del objeto, este es considerado como objeto de la satisfacción (sensación de un placer). ¿Existe interés hacia tal objeto? Pues sí ya que mediante la sensación se mantiene un interés hacia objetos parecidos; la satisfacción por tanto es la relación de la existencia de dicho objeto con el estado de la persona, en cuanto este es afectado por el mismo: lo agradable place y deleita, mas no entra en el ámbito de la razón. En lo agradable se determina el gusto, mas no es donde reside el desinterés estético.

Propone en segundo lugar lo Bueno, que “por medio de la razón y por simple concepto place”. [9]Aquí predomina la razón sobre el objeto estableciendo juicios lógicos, se evalúa el objeto de acuerdo a su utilidad, si es bueno para algo es útil, ya que place como medio para algo. Existe en lo Bueno una satisfacción gracias a la existencia del objeto más no en su contemplación. No es posible según Kant ver la belleza en la utilidad o en lo Bueno del objeto, ya que se requiere de un concepto para la apreciación del mismo, y esto le quita el carácter desinteresado a la belleza. Coinciden en que ambos pretenden ser universales. “La satisfacción en lo bello tiene que depender de la reflexión sobre un objeto, la cual conduce a cualquier concepto sin determinar cual, y por eso se distingue también de lo agradable que descansa solamente en la sensación “ [10]

En consecuencia lo Agradable y lo Bueno siempre están unidos con interés en su objeto. El Bien es representado como objeto de una satisfacción universal sólo mediante un concepto, lo cual no sucede ni en el caso de lo Agradable ni de lo Bello. De acuerdo al modo de satisfacción, lo Agradable y lo Bueno tienen en común que ambos están dirigidos a desear. Se distingue por último lo Agradable mediante estímulos y lo Bueno mediante la satisfacción práctica.

Lo Bello entre tanto, se determina mediante el juicio de gusto, que es contemplativo, indiferente a los cuestionamientos que no pretende descifrar la existencia del objeto. Es una contemplación que no va dirigida a conceptos, porque el juicio de gusto no es un juicio de conocimiento, ni fundado en ellos. Es en éste momento donde se percibe el placer o dolor que produce lo expuesto, en su mayor amplitud y pureza, no se requiere de dogmas para comprenderlo ni debe entender o cuestionarse, puesto que la belleza sólo vale para las hombres y eso es lo que lo distingue de los animales. Todo interés presupone exigencia o la produce y no deja que el objeto sea libre, lo bello rechaza toda clase de interés el de moralidad y el de utilidad, place en la contemplación sin intenciones secundarias. En total de acuerdo a lo expresado por Manuel García, (2007).pp.44

El sentimiento, en este caso, no es un sentimiento que espera satisfacerse mejor, sino que está aquí en toda su plenitud, en acto, constantemente presente. Se dirá quizá que hay un interés grande, en una obra determinada. Pero en el momento en que consideramos ese interés, ya no estamos en la actitud estética, sino que, siquiera por un momento, hemos salido de ella para entrar en otra índole de ideas, culturales, científicas, etc. La pura contemplación está desprovista de toda mezcla de condición extraña por sí misma.

Entonces, el desinterés en el objeto, es la condición primordial de la experiencia estética, entendiéndose desinterés no como la falta de atención hacía el objeto, sino el estadio en el cual el individuo se sumerge en el placer que le produce, el cual viene dado espontáneamente, un placer subjetivo que aspira el reconocimiento universal, éste placer no se basa en conceptualizaciones lógicas ni aspira a ellas. El desinterés es la posibilidad de ver lo bello en su magnitud, porque al exigir o cuestionar lo bello se desborona su esencia. Por ello Kant lo enlaza con su definición de lo bello: “gusto es la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un descontento, sin interés alguno. El objeto de semejante satisfacción llámese bello.”. [11]

El subjetivismo del desinterés estético es total, de manera que no puede servir al conocimiento, y sin embargo tiene pretensiones de universalidad. La belleza no es una propiedad de las cosas, y el que señala algo bello para sí mismo lo exige a los demás, está universalidad tiende a defenderse objetivamente como si pudiese ser de esta manera. Pero lo bello sin concepto es representado como objeto de una satisfacción universal, la universalidad no puede nacer de conceptos ya que no existe transito alguno de los conceptos al sentimiento de placer y dolor, a no ser que se lleve unido un interés que no pertenece al juicio del gusto. La universalidad no se refiere a los objetos sino a los sujetos, que son quienes juzgan, y esta universalidad se dirige a la comunicación del sentimiento, que encuentra su base en un sentido común estético con que es posible determinarse el gusto. El sujeto se encuentra tan convencido del placer que le produjo determinado objeto que se encuentra seguro que ese placer será el mismo para todos los demás.

El desinterés estético es evidenciado en la contemplación de lo bello, en lo que procede del arte o de la naturaleza. Ahora bien ¿existe la posibilidad de dicho desinterés en el artista o genio? Téngase en cuenta, que genio para kant es el talento dado por dote natural, el cual le da la normativa al arte, lo que quiere decir que la naturaleza es la que coloca las reglas. El don del artista es dado por la naturaleza y este mediante ese don tiene la capacidad innata de crear objetos bellos.

Sí, hay desinterés estético en el sentido de que el artista no está creando con base en conceptos o mediante procedimientos previamente establecidos, es decir no tiene reglas, se orienta por las ideas de su propia imaginación. Kant en este sentido se opone a Aristóteles ya que dice que el genio no imita crea, pero está de acuerdo con la propia contradicción de Aristóteles, donde al final el arte no imita nada.

Los productos del genio se convierten en modelos para otros artistas y aún es posible distinguir el arte que es producto de habilidad y de la imitación. El genio no esta conciente cuando ejecuta la obra ni de cómo está constituida, no puede explicar o indicar científicamente como la realiza, ni siquiera sabe porque tiene esas ideas en su mente, si no le es posible comunicarlas. En este punto el artista, realiza su obra desinteresadamente, porque no posee un plan previo, ni esta meramente conciente del acto creativo, si intenta establecer objetivizaciones de lo que realiza es casi seguro que la obra carecerá de los mejores efectos estéticos; con interés la obra no puede seguir su curso natural.

Así como el en diálogo de Platón Ión, arte y técnica son elementos, imprescindibles para la obra de arte, la técnica puede determinarse mediante conceptos, pero siempre quedarán factores que no pueden inscribirse en la técnica, puesto que no pertenecen al marco lógico, y son precisamente estas cualidades no definidas, las que impactan y sobresalen en la obra de arte.

Se deduce de lo anterior que la obra artística no puede ser estudiada según conceptos, ni establecer fórmulas de lo que pertenece a sus dominios. De ser así el juicio sobre lo bello sería determinable a través de conceptos, y por tanto el placer que es lo principal de la estética perdería su valor. Se acabaría con la particularidad que tiene el arte y sobre todo la belleza en el mundo.

El triunfo de Kant es admitir el poder del la subjetividad del hombre, todos los filósofos desde la antigüedad griega han pretendido resolver el problema de lo bello, dando como resultado confusiones al querer transponer en el ámbito lógico y conceptual, algo que por naturaleza no puede inscribirse en él. La obsesión por dar explicaciones a los hechos del mundo y la creencia de que todo puede conocerse mediante la lógica, ha sido la causa de que nunca se haya llegado a una conclusión que englobe el verdadero sentido del arte. Todos los filósofos anteriormente mencionados estuvieron muy próximos a desentrañar la condición primordial del arte y de la belleza, siendo su esquema de pensamiento el privativo de este descubrimiento.

La experiencia estética no se refiere sólo al encuentro con el arte sino con el mundo natural, no hay patrones para delimitar que es lo bello y que no. La belleza puede ser cualquier cosa, que afecte al individuo y que por tanto sea contemplada, es una de las mayores muestras de libertad del ser humano. Buscarle o añadirle utilidades al arte es absurdo, porque no tiene utilidad y no aspira tenerla.

Bibliografía

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2.- Bayer, R. (1965). Historia de la estética. México: Fondo de Cultura Económica

3.- García, M. (2007). Prólogo a la crítica del juicio. Madrid: Espasa Calpe.

4.- Kant, I. (1790).Crítica del juicio. Duodécima edición (2007). Madrid: Espasa-Calpe.

5.- Platón. (1947). Diálogos. Barcelona: Iberia

6.- Platón. (1968). Banquete. Madrid: Mediterráneo.

Fuentes electrónicas:

1.- Sosa, F. A parte rei. Revista de filosofía. Autonomía de la naturaleza y la estética de I. Kant. [Revista en línea]. Pág disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/sosa30.pdf [Consultada el 12 de Enero del 2008]

2. Sosa, F. A parte rei. Revista de filosofía. Autonomía en la estética de Aristóteles. [Revista en línea] Pág disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/esaristoteles.pdf. [Consultada el 10 de Febrero del 2008]


[1] Platón. (1968) pp. 92

[2] Platón. (1968). pp. 92-93

[3] Cappelletti, 1991, pp. X

[4] Bayer, 1965.pp. 179

[5] Bayer, 1965.pp.182

[6] Bayer, 1965. pp.186

[7] Kant, 2007. pp. 128

[8] Kant, 2007.pp.130

[9] Kant, 2007.pp.132

[10] Kant, 2007.pp.132

[11] Kant, 2007. pp 136

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